Afganistán, país que pese haber sido durante más de 40 años noticia en nuestros periódicos y telediarios, seguramente seamos incapaces de situar en un mapa la mayoría de los que leamos este artículo. Situado entre tres exrepúblicas sovieticas de difícil pronunciación como Uzbekistán, Tayikistán y Turkmenistán, colinda con otros países los cuales si tenemos mucho más presentes como Pakistán, China y aquel país incluido en el “eje del mal” por el señor Bush, Irán.
Curiosamente Afganistán, pese a ser noticia constante, es uno de los más pobres del mundo contando con una población de más de 34 Millones de habitantes y estar rodeado de tres de las mayores potencias económicas de la zona. Esta situación, así como su bajo Indice de desarrollo humano, se explica con una sola palabra “Talibanes”. En realidad no, hay muchos más factores que a lo largo de la historia han afectado al desarrollo de este país, pero si que es cierto, que los Talibanes han sido protagonistas de casi todas ellas.
El recorrido de los talibanes, no es algo nuevo, sino que se remonta al periodo que Afganistán estuvo en la órbita soviética de la República Democrática de Afganistán tras la revolución Saur que ocurrió en el país, una revolución que no fue del todo bien vista por los Estados Unidos y que pretendió aprovechar para inestabilizar las fronteras de la URSS, (ya comentamos que colindaba con tres exrepúblicas sovieticas) y generar un problema fronterizo a su gran rival. Con la voluntad de crear el “Vietnam Ruso”, los departamentos de inteligencia americanos comenzaron a hacer funcionar su maquinaria y vieron en los insurgentes fundamentalistas islámicos un potencial aliado, comenzando a apoyar y financiar dicho movimiento. Así se fundó el embrión de Al Qaeda con su archiconocido y barbudo líder Osama Bin Laden.
Y efectivamente los americanos acertaron, fue el Vietnam Ruso hasta la disolución de la URSS y la victoria talibán con la caída del gobierno de la República de Afganistán. El éxito final del fundamentalismo islámico fué la toma del poder del estado en el año 1996, instaurando el Estado Islámico en Afganistán bajo la ley de la Sharia (Una rama fundamentalista y fanática del Islamismo religioso y político). La creación de este Estado Islámico y los continuos atentados contra los intereses Estadounidenses (nadie se podría imaginar que si creas y entrenas a una organización extremista religiosa, se te podría volver en contra, cosas de la vida) los cuales dieron lugar al mayor atentado terrorista de la historia, la caída de las Torres Gemelas. Esto desembocó en la invasión por parte de la OTAN al país afgano y el derrocamiento del gobierno talibán en el año 2002.
Y en este punto, comenzamos a entrar en nuestro presente, la conocida y machacada “Guerra de Afganistán”. Una guerra que pese haber acabado con el poder político de los talibanes en escasos días, derivó en una interminable guerra de guerrillas de talibanes y muyahidines contra la coalición internacional. Una guerra de guerrillas que suponía un constante y sangriento goteo de bajas para ambos bandos así como una ingente cantidad de dinero en gasto militar para los países que lanzaron la invasión. Las bajas y muertos totales de las que hay cifras se acercan a los 130.000 muertos, de los cuales 45.000 eran civiles y 66.000 militares o policías afganos, y entre ellos más de 100 españoles fallecieron. Y como los rusos antes que los americanos… “La Retirada”.
Con la retirada anunciada por Donald Trump y completada por Joe Biden, Estados Unidos comenzó en el año 2020 a retirar sus tropas, ya que actualmente no contaba ya casi con efectivos en la zona, solo era el repliegue final. Hecho que los talibanes aprovecharon para lanzar una Yihad en territorio afgano y reclamar lo que consideran como suyo. Un avance rápido y eficaz, todo sea dicho que ha pillado desprevenida a la comunidad internacional que pese a esperarse este resultado, no se esperaban un desmoronamiento tan rápido del ejercito afgano al cual llevaban más de quince años entrenando para que simplemente decidiesen rendirse sin ofrecer casi resistencia.
Los problemas a los que se enfrenta el país en la actualidad no son cosa menor, el abandono de la comunidad internacional del país y la toma de poder por los talibanes, llevarán a un retroceso de dos décadas en los pocos avances que se habían logrado, sin embargo esto se podría haber visto con una política internacional de más altas miras. Estados Unidos es en parte culpable al permitir por parte de sus aliados de la financiación del fundamentalismo. Culpable por permitir actos como la compra de petroleo que el ISIS extraía en la guerra de Siria y se lo vendía a Turquía (país aliado de la OTAN) o por intereses económicos manteniendo las relaciones con regímenes fundamentalistas islámicos que no respetan ningún derecho humano y financian al terrorismo como Arabia Saudí.
Los errores son muchos y el problema no va a ser simplemente para mujeres o niños, el problema es que de nuevo en esta región del mundo vamos a ver como un dogma de fe que no respeta ni pretende respetar ningún derecho humano, se hace con el control de un estado. Pretendiendo un lavado de cara para que las potencias económicas de la zona como Irán o China no les molesten. Podemos poner ejemplos de intereses económicos regionales como el gran oleoducto que esta previsto atraviese el país afgano el cual no se construía anteriormente por miedo a ataques terroristas. Negociar con los talibanes, les dará legitimidad para asegurar una construcción pacífica del mismo y mucho dinero para estos países. La pela es la pela que diríamos en España.
Por último y como breves apuntes, el 64% de la población afgana, tiene menos de 30 años, es decir han vivido 20 años de ocupación y oportunidad de cambio de mentalidad, un cambio que no se ha producido porque como ya dijo Joe Biden “No invadimos Afganistán para crear una democracia, sino para proteger los intereses de Estados Unidos”. En resumen el monstruo creado acabó comiéndose a su padre, sumando otro fracaso a la política internacional occidental y dejando a la suerte del fanatismo religioso a más de treinta millones de personas.