Comienzo este artículo con un título de Ramiro de Maeztu, ensayista que escribió el libro “Defensa de la Hispanidad” y cuya figura da nombre al instituto de Madrid en el que Pedro Sánchez cursó hasta su Bachillerato. Por eso, porque supongo que se lo habrá leído, sabrá que sus palabras se pueden leer con ojos de actualidad y le pido que se lo haga ojear a sus socios de gobierno.
Castro, López, Obrador, Chávez o Fernández son apellidos españoles y que curiosamente portan aquellos populistas que culpan de todos los males de América Latina a la colonización española, en vez de mirarse a ellos mismos y poner en relieve que sus políticas socialistas no funcionan en un continente rico en recursos y empobrecido por la corrupción de sus gobernantes. Lo curioso es que este populismo lo nutre en España la izquierda de Podemos, cuyos dirigentes no pierden ocasión para hacernos sentir culpables de nuestra historia. Su intención es debilitar el sentimiento de orgullo hispano a la vez que “apagar entre nosotros el deseo de la verdad histórica”, como ya apuntaba en 1931 Maeztu.
Y aquí viene la importancia de celebrar el 12 de octubre la Hispanidad, un día en el que se ensalzan nuestros lazos, valores y lengua en común con todos los países que compartimos una historia de la que, con sus luces y sombras, hay que estar orgullosos del legado. Tenemos la suerte de poder leer a Vargas Llosa, Borges o García Márquez, de cantar reggaetón, de poder viajar por casi un continente entero sin problema de comunicación; todo esto enriquece nuestra cultura universal.
Parafraseando a Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, acabo diciendo que todos los acentos caben en Teruel. Tengo la suerte de poder compartir genes colombianos y también de presenciar que compañeros y compañeras mías de pupitre con orígenes latinoamericanos aportan valor a nuestra tierra porque hoy son enfermeras, administrativas, camareros, abogados o psicólogas, que construyen su vida en nuestra provincia.