El duro revés económico que está sufriendo la sociedad española con la crisis del Coronavirus, es de tremendas dimensiones. Como cargo público, estoy comprobando los efectos de esta dura crisis sanitaria y económica en mi localidad Utrillas (Teruel), desde aquí siento indignación, por la gestión realizada por el gobierno de Sánchez e Iglesias (que no contempló tomar a tiempo las medidas adecuadas recomendadas por la OMS, acudiendo además a actos multitudinarios, como la manifestación del 8M) gestión que va a traer unas consecuencias económicas letales para toda la población: autónomos y PYMES anuncian ya un cierre masivo de sus negocios, y la cifra de paro se sitúa en 3,5 millones en el mes de abril, muy cerca de la “gran recesión” vivida en nuestro país en el año 2008, con la quiebra de Lehman Brothers
Este virus, además, está generando graves dramas psicológicos a las familias, ya son más de 13.000, las familias afectadas en España, que no han podido estar al lado de sus seres queridos en los hospitales, no han podido despedirse de ellos en sus momentos finales, y yendo más allá, no han podido incluso, ofrecerles un funeral como se merecen. Toda una tragedia psicológica.
También el COVID-19 va a traer una increíble pandemia social, la Organización Internacional del Trabajo prevé un gran aumento en los índices de pobreza, que va a derivar en desastrosas consecuencias sociales: aumentará la inseguridad ciudadana por la falta de liquidez y el deterioro de los recursos originará todo un caos social.
Y que nadie tenga dudas, de que la factura de las aparentemente generosas medidas económicas anunciadas por este gobierno, las pagaremos la clases medias y trabajadoras, con una subida inmediata de impuestos tras la crisis.
En definitiva, toda una catástrofe derivada de la mala gestión política realizada por el gobierno socialista y comunista que dirige nuestro país, y que no ha sabido adelantarse a la crisis sanitaria la más grave desde la historia de la democracia.
Una pandemia sanitaria, económica, psicológica y social, que ha aflorado lo peor y lo mejor de nuestra sociedad, si el gobierno ha pecado de improvisación, caos e incompetencia, nuestro sistema sanitario, va a superar la crisis, gracias al sacrificio personal y humano de muchos profesionales, algunos de ellos perdidos en el camino. El 20% de las plantillas de enfermeros están contagiados, al igual que muchos de los médicos, careciendo de UCIS suficientes, respiradores, material de prevención y utilizando el ingenio y el valor para suplir la falta de material y la falta de previsión del Ministerio de Sanidad.
Los hechos son sagrados, las opiniones libres, ya tenemos más de 13.000 muertos y acabaremos esta primera semana de abril con alrededor de 15.000 muertos. EL gobierno y sus palmeros, han trasladado a las redes sociales y demás medios de comunicación una falsa realidad, la de salir de esta crisis por méritos propios, en vez de atribuir esta hazaña a la sociedad española; la gran perdedora de este desastre.
La victoria llegará, pero con un fuerte precio en vidas humanas, llegará la solución y muchos querrán liderar este triunfo, pero los verdaderos héroes son: los que han luchado estos meses en las trincheras, en los hospitales, en los centros de salud y residencias; todo el personal sanitario, policías, Guardias Civiles; y en general el pueblo soberano, que ha soportado estoicamente el confinamiento y el empobrecimiento con una solidaridad aplastante.
Particularmente, hoy siento un gran orgullo: por mis vecinos de Utrillas, con los que estoy confinado; por las personas que han fabricado mascarillas en sus casas; por los que han desinfectado las calles diariamente para darnos seguridad; por las empresas turolenses, Draxton, Espuña o Tervalis, que han donado mascarillas, guantes, trajes al ambulatorio; por las personas que han acudido a trabajar con el riesgo que conlleva, como las auxiliares a domicilio que han acudido para atender a los mayores; por los médicos y enfermeros del centro de salud y un largo etc..
Dentro de muchos años, igual nadie se acordará de Sánchez, Iglesias o Fernando Simón, que tantos vaticinios erróneos nos ha dado en televisión. Todos nos acordaremos en general de los aplausos vividos en los balcones, de los ánimos entre vecinos, y de la inmensa solidaridad de los españoles, verdaderos victoriosos de esta lucha, y yo en particular, me acordaré también con orgullo, de la enorme ejemplaridad que mostró mi compañero de batalla: el pueblo de Utrillas.