Las infraestructuras de la Fundación también van cumpliendo años. Es por esta razón, que ya hace algún tiempo se emprendió la mejora gradual de estas instalaciones, comenzando por los Museos de Albarracín primero, y Diocesano después, adaptándolos a una mejor y más adecuada exposición de los extraordinarios bienes que contienen.
Estos dos últimos años les ha tocado a las Residencias Culturales: en el 2018, a la Casa de Santa María, y este mismo año, a la Casa de los Pintores. A pesar de los continuos mantenimientos, esta remodelación más profunda era casi una necesidad, en atención tanto a los años de su rehabilitación primera (Pintores se rehabilitó en el año 1996 y Santa María dos años más tarde), como al intenso uso que vienen teniendo, generado por la actividad de la Fundación. Claro está que por tratarse de inmuebles de uso público, es más necesaria si cabe su permanente actualización y mejora, por cuanto en ello también va la imagen de la atención del patrimonio de todos.
Mientras que a la Casa de Santa María se le renovó totalmente el tejado, instalándose sus pertinentes aislamientos hídricos y térmicos, en la Casa de Pintores se reinstaló una nueva cocina compartida, más acorde para con el constante uso que padece. En ambos casos se sustituyeron las antiguas bañeras de los aseos de cada una de sus habitaciones, por duchas más accesibles y acordes con las demandas actuales, aprovechando las obras para repintar, casi en su totalidad, los dos edificios. En la Residencia de Pintores se acomodaron además nuevos armarios, y se instaló una nueva iluminación, más eficiente y económica.
.