¿Quién no quiere energía renovable? Esa es una pregunta que esta más que de sobras contestada. Todo el mundo quiere que la energía del futuro sea renovable, sostenible, ecológica y limpia. Sin embargo concretar que modelo queremos parece ser el escollo insalvable que se vislumbra en el horizonte más cercano. Pero es algo que debemos dilucidar ya o cuando nos demos cuenta, no tendrá solución.
Partiendo de todo esto, y antes de que se me acuse de inconcrección, voy a hacer un inciso y aclarar que modelo tengo claro que se debería defender. En primer lugar, un ordenamiento racional de la Energía, teniendo en cuenta las necesidades y características de cada territorio, con el máximo beneficio social y el menor impacto ambiental posible. Ir de ecofriendlys y destrozar el paisaje no debe ir de la mano nunca. Y luego lo más importante. ¿Quien queremos que gestione esto? Yo lo tengo claro, las energías renovables, han de ser públicas siempre.
Han de ser públicas porque es la manera de sacar las manos especuladoras del territorio, solo lo público es capaz de prestar servicios sin pensar en el beneficio económico a corto plazo, sino en el beneficio social al largo plazo. Que demos todo el poder de las renovables a las mismas empresas que nos han traído al punto en el que nos encontramos no tiene ningún sentido. Pensar que Endesa, Gas Natural u otras energéticas las cuales han obtenido sus grandes beneficios a costa de las emisiones con la quema de combustibles fósiles, van a salvarnos a raíz de poner molinos de manera ética, es cuanto menos infantil.
Las grandes empresas energéticas siempre van a buscar el máximo beneficio con el menor costo posible, por tanto nunca van a realizar este modelo ético que estamos reclamando. Sin embargo, vemos como aunque se proteste mucho, no se concreta como ha de ser este modelo y cada vez todo se vuelve más esperpéntico.
Consejeras socialistas apoyando públicamente proyectos, un partido socialista que se declara en sus estatutos ecologista y a favor de una transición energética justa y sostenible. Manifestaciones a favor de la energía limpia y renovable a lomos de vehículos movidos por combustibles fósiles, declaraciones de puestos a dedo defendiendo el modelo de especulación renovable, arribistas que defienden lo que sea con tal de salir en la foto y suma y sigue.
Todo esto y de nuevo a mi entender racional, solo tiene una solución, una empresa pública de energía que con criterios verdaderos de sostenibilidad, beneficio social y visión de futuro, ordene el territorio e instale con raciocinio estas energías renovables. Y no solo eso, esta empresa ha de ser el germen de la transición de nuestras propias Cuencas Mineras. Una transición que ha de impulsarse desde lo público, innovando y desarrollando nuestros propios elementos para estas instalaciones de renovables.
A la vista esta que la creación de empleo en torno a las renovables se da en la fabricación de placas solares, molinos eólicos y componentes necesarios para su instalación y no en la instalación y posterior mantenimiento de los mismos. Las salidas están en manos de la sociedad, apoyando los proyectos que de verdad defienden un modelo racional y público y no solo ideas peregrinas de los soles que más calientan en cada momento.