Lo que hoy conocemos como barrios son, mayoritariamente, el testimonio de nuestra fortaleza histórica como provincia y también de nuestro mayor problema: un proceso de despoblación duro e injusto cimentado en las décadas de los 60 y 70. Si digo que son “mal llamados” barrios es porque son otra cosa: eran municipios y pasaron a ser pueblos o localidades adscritasadministrativamente a otro municipio en los años 70. Se les comenzó a llamar barrios como tal a núcleos que nunca han dejado de ser pueblos.
Sucedió entonces, para entendernos, algo similar a una situación reciente, cuando el Partido Popular quiso aprobar con su mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados una ley que dejaba a la de Teruel y a otras provincias con unos pocos municipios y el resto pasaban a depender de los anteriores, pasaban a ser “barrios”.
Por suerte tuvieron que dar marcha atrás ante el rechazo que tuvo aquel proyecto. Todos, excepto los responsables del PP, estábamos en desacuerdo. Incluidos los alcaldes del entonces partido gobernante, porque sabíamos que iban a salir muy perjudicados económicamente en servicios básicos, en autonomía y se ponía en riesgo su propia idiosincrasia y sus tradiciones… El resultado que pretendía el PP era ahorrar gastos, pero con eso iba a facilitar, con el tiempo, su desaparición.
Obviamente, este extremo lo sabíamos en base a la experiencia de más de 40 años de los que en su momento pasaron a ser barrios y los agravios e injusticias que sufrieron. ¿Y por qué fue así? Las razones fueron varias. Voy a intentar explicar las dos que me parecen más importantes:
1. Las razones económicas. Los barrios de nuestra provincia han recibido, a través de sus municipios, financiación por su número de habitantes y poco más. Cantidades insuficientes para siquiera mantener los servicios más básicos. ¿Y qué diferencias fundamentales les separaban de ser municipio? Ser municipio implica una financiación por cada convocatoria solo por el hecho de serlo. Esas cantidades han sido mucho más importantes en los municipios pequeños debido a los necesarios criterios correctores por el número de habitantes. Cuánto más pequeños son, más les beneficia el reparto. Y así debe ser aún teniendo también en cuenta, es obvio, que cuanto mayor es un municipio más necesidades tienen y más financiación les debe llegar.
Pongamos dos ejemplos más que todos entenderemos:
– Tener acceso a subvenciones de la Diputación de Teruel para poner contadores en los depósitos de agua ha significado que cada municipio recibía uno, independientemente del número de barrios-pueblos en los que hay depósitos de agua. Por lo tanto, si un municipio tenía ocho barrios se les negaban ocho contadores subvencionados.
– En las convocatorias de asfaltados de calles, a cada municipio le correspondían 800 m2 cada dos años. Si un municipio tenía 10 barrios, imagínense… El asfaltado llegará a cada núcleo cada 20 años. Y así podríamos seguir aludiendo a otros muchos planes de ayudas.
2. La sensibilidad de cada alcalde-sa, concejales-as y, también, del conjunto de vecinos. Los pueblos-localidades-barrios generalmente tienen muy pocos habitantes y su peso electoral es muy bajo. También es cierto que, si te preocupabas por “los barrios”, salía perjudicada la cabecera del municipio, ya que no recibías ayudas suficientes por su mantenimiento, como he señalado anteriormente. Es decir, que los municipios con barrios salen perjudicados, tanto en las cabeceras como en los mal llamados “barrios”. Y eso es lo que hay que tratar de resolver. O bien se les dota equitativamente, previos estudios objetivos, o bien se cambia la normativa para permitirles volver a ser municipios autónomos. Es de justicia, y ha habido muchos “defensores” del medio rural que jamás se han acordado de ellos.
Por último, creo importante añadir que, en su día, a unos municipios “se les convenció” diciéndoles que tendrían los mismos derechos al ser “barrios”, con los mismos servicios y similar autonomía. En otros, el cambio se llevó a cabo por la “Ley del ordeno y mando”. Eran otras épocas, la libertad de expresión no existía, no había ni información ni conciencia de lo que suponía. Se les engañó.
Me alegra decir que tanto el equipo de gobierno como los partidos de la oposición de la Diputación de Teruel estemos de acuerdo en comenzar a solucionar este problema histórico a través de un nuevo programa de ayudas dirigidas especialmente a los mal llamados barrios.
Desde este equipo de gobierno seguiremos defendiendo y reivindicando los servicios dignos y recursos suficientes para todos, para beneficiarnos de las posibilidades de las nuevas tecnologías, para abrirnos todavía más al mundo e invitar a ser partícipes de otra forma de vida más sana, en la que es más fácil tener muchos más momentos de felicidad, objetivo último de todo ser vivo.
Y en este proceso hacia las mejores condiciones de vida, cada pueblo, localidad, municipio, barrio… debe ser tratado equitativamente. Por eso la Diputación de Teruel va a ser sensible sobre este problema. Porque, al contrario de lo que nos decían algunos, cuando hay voluntad política se puede hacer. Porque la justicia social es algo a lo que nunca renunciaré, a lo que jamás debemos renunciar. Los valores individuales y sociales, la educación, la empatía… son soportes para conseguirla.