La Trufa Negra de Teruel inicia el camino para convertirse en IGP, con el apoyo de la DPT

La trufa negra de Teruel aspira a conseguir el sello de calidad de Indicación Geográfica Protegida (IGP) y para ello apelan a la tradición y la historia que atesora este producto en la provincia, cuyas primeras referencias se han encontrado en los años sesenta del siglo XX. La Asociación de Truficultores y Recolectores de Trufa de Teruel (Atruter) ha comenzado el trámite administrativo ante el Gobierno de Aragón, apoyándose en el estudio técnico para el que han contado con la financiación de la Diputación de Teruel.

Los detalles de este estudio los han presentado este viernes en rueda de prensa el vicepresidente de la Diputación de Teruel, Alberto Izquierdo, y el presidente de la Asociación de Truficultores y Recolectores de Trufa de Teruel (Atruter), Daniel Brito García-Mascaraque, que han destacado como elementos diferenciadores y justificativos de este reconocimiento «la tradición, la historia y la calidad de este producto».

«Cuando asistí a la toma de posesión de Daniel Brito como nuevo presidente de Atruter ya hablamos de que uno de los principales retos de la junta directiva de la asociación era avanzar en la certificación de la calidad de la trufa» ha dicho el vicepresidente, que se ha mostrado confiado en conseguir el reconocimiento de la IGP por «la historia de la trufa, la tradición, la calidad que tiene y al que va asociada en los mercados internacionales la marca Trufa Negra de Teruel».

La institución provincial ha financiado con 11.000 euros la elaboración del estudio que avala el reconocimiento para la trufa, en el que se recogen detalles del arraigo histórico que tiene este producto en la provincia, constatando las primeras referencias en los años sesenta.

Así, Daniel Brito ha explicado que hay referencias de los años sesenta cuando buscadores de trufa de Cataluña y Huesca acudieron a la provincia de Teruel y encontraron abundante cantidad de trufa. Así, según la publicación «La sanidad en truficultura», el primer mercado de trufa en la provincia de Teruel tiene lugar «la temporada 1962/1963 en el bar Casa Tía María de la Venta del Aire, en Albentosa». También han encontrado referencias en documentos sobre aprovechamientos truferos de los años setenta, y existen referencias históricas en prácticamente todas las comarcas de la provincia.

El estudio hace un recorrido por el aprovechamiento de la trufa hasta los años noventa, cuando las administraciones como la Diputación de Teruel fomentaron las plantaciones fruteras, y todo el impulso que se ha dado al sector desde finales del SXX hasta la actualidad.

En el año 1997 es cuando se constituye Atruter y ya en 2001 se celebra la primera edición de la Feria Internacional de la Trufa, Fitruf, de Sarrión, que es un evento de primer nivel para el sector especializado, al que acuden cada año miles de personas. Además, desde el año 2005 existe un reglamento de marca que determina las características del producto.

«Es evidente el vínculo del producto, trufa negra, con la zona geográfica definida, la provincia de Teruel. De este modo, el nombre protegido, «trufa negra de Teruel» ha atrapado al mercado, tanto nacional como internacional, y su reputación es fehaciente otorgando notoriedad al nombre» ha destacado Brito.

En el estudio se pone de manifiesto la notoriedad del nombre «Trufa negra de Teruel”, vinculado a su reputación y origen, y por tanto se cumple el objetivo del registro como IGP, que es el valor diferencial para el mercado, por lo que este reconocimiento permitiría avalar su reputación, sus características y control de manera continuada, como garantía para los consumidores que lo demandan y evitar los usos indebidos de la mención geográfica al origen de la Trufa negra de Teruel.

El proceso para la concesión de la certificación de calidad puede rondar entre el año y medio y los tres años, ha explicado Izquierdo, según la experiencia que existe con otras peticiones de marca de calidad. El expediente se ha iniciado en el Gobierno de Aragón donde se ha registrado la petición que deberá dar el visto bueno para remitirlo después al Ministerio de Agricultura y después a la Unión Europea.