El nuevo número de Turia tiene, entre sus principales contenidos de temática aragonesa, un amplio artículo en el que se realiza una necesaria, rigurosa y sugestiva invitación a descubrir con detalle la rica personalidad y la variada trayectoria de uno de los más ilustres bajoaragoneses del siglo XX: el periodista y escritor Darío Vidal Llisterri (Alcañiz, 1934-2020). La publicación cultural del Instituto de Estudios Turolenses (IET) de la Diputación de Teruel (DPT) también rinde tributo al gran escritor de Calatayud José Verón Gormaz, con un artículo escrito por Javier Barreiro. Además, participan 24 autores aragoneses o radicados en el territorio en este nuevo número, ilustrado por el alcañizano Rubén Vidal.
Con ocasión de su 40 aniversario, la revista vuelve a subrayar el compromiso permanente con los autores aragoneses. A lo largo de su historia han sido múltiples las ocasiones en que Turia ha ejercido su labor de puente cultural entre el trabajo creativo de investigación y divulgación de dichos autores y el realizado por los grandes nombres de la cultura universal.
De Darío Vidal podría decirse que su perfil inquieto, siempre curioso e irónico en su mirada al mundo, su sólida formación intelectual, su talante crítico y emprendedor, hicieron de él un hombre abierto siempre a las novedades y a afrontar a los retos con criterio e inteligencia. Al mismo tiempo, fue también un individuo respetuoso con la historia, la identidad y las costumbres aragonesas más arraigadas, cuyo cultivo y rescate promovió.
En definitiva, y para definirlo de manera sintética pero certera, cabría decir de él que fue un digno heredero contemporáneo de aquellos brillantes humanistas alcañizanos del siglo XVI. Una pléyade de sabios y creadores que concitaron tanta admiración en su época que se llegó a describir a la ciudad de Alcañiz como la “madre fértil de los genios”.
Ahora, la revista Turia realiza una amplia y atractiva aproximación a la figura y la obra de este escritor para que todos los lectores de la revista puedan conocer más y mejor a este alcañizano singular. Y lo hace a través de un extenso y original artículo elaborado por la periodista Eva Defior Grávalos. Una voz autorizada pues no sólo lo conoció personalmente, sino que viene ejerciendo desde hace años como directora del periódico ‘La Comarca’, una de las empresas informativas bajoaragonesas cuyo surgimiento impulsó y de cuyas páginas fue Vidal asiduo colaborador.
Turia es una revista de periodicidad cuatrimestral que tiene una edición en papel y otra digital (web y Facebook) de difusión diaria. Está publicada por el IET y cuenta con el patrocinio del Ayuntamiento de Teruel, el Gobierno de Aragón y la Caja Rural de Teruel. Este número ha sido posible gracias al apoyo de la Junta de Extremadura y del Ministerio de Cultura.
Darío Vidal, reivindicación de un aragonés cabal y emprendedor
Bajo el título de ‘Darío Vidal Llisterri: referente identitario, genio y figura de Alcañiz (1934-2020)’, Eva Defior relata con acierto las aventuras vitales y profesionales, los afectos y los logros, de quien fue “un soñador impenitente, un periodista de raza, un genio aventurero y leal, un rescatador de tradiciones, un pesquisidor gastronómico y una suerte de caballero cultural de fuertes convicciones. Como buen hidalgo, no le faltaron el humor quijotesco ni calamidades de todo tipo y que le persiguieron siempre, probablemente ligadas a su gran corazón. Para él escribir fue algo necesario y fatal, amargo y gozoso, una parte de él casi orgánica en la que volcaba su espíritu inquieto. Cabalgó, siempre apegado a sus raíces, en busca de dos principales valores: la libertad y la verdad. Su recorrido no se desvió de otros dos: la lealtad y la integridad, lo que le convirtió en un referente respetado, pero también en un sufridor a veces incomprendido”.
Defior subraya la importancia de su legado y describe sus muchos méritos por la infinidad de tareas acometidas a lo largo de su vida. En su opinión, “la identidad de Aragón le debe una prolífica divulgación de los valores aragoneses y el pionero ejercicio del periodismo en la España de la apertura democrática. Su trabajo durante sesenta años le convirtió en un humanista del Bajo Aragón de los que él tanto admiraba y le suma a la lista de los intelectuales más relevantes de Alcañiz del último medio siglo. Fue sin lugar a dudas uno de los autores contemporáneos más prolíficos en ahondar sobre las razones antropológicas que convertían su tierra bajoaragonesa en excepcional, tal y como él la veía”.
“Premiado y homenajeado entre ilustres y gentes de la tierra, fue impulsor del periódico Tele/eXprés, el primer rotativo privado de Barcelona; trabajó de forma simultánea en varios periódicos y revistas; fue consejero de Cultura del Gobierno de Aragón, fundador y vicepresidente de la Academia Aragonesa de Gastronomía, tres veces pregonero en la capital bajoaragonesa, enorme conversador, divertido y sagaz, fiel amigo y admirado padre de tres hijos. Fue persona y personaje. Su legado cobra forma en una veintena de publicaciones, descansa sobre miles de textos periodísticos guardados en las hemerotecas a la espera de su necesaria recopilación y despierta cada 23 de abril en el Vencimiento del Dragón de Alcañiz”, señala Defior.
Este alcañizano nacido en el barrio de los Almudines, heredó de su madre “el respeto a las tradiciones, la admiración por la mujer, y los recuerdos culinarios que siguió como una sombra durante toda su vida, llegando a ser un reconocido estudioso de la gastronomía aragonesa. De su padre, aplaudido periodista en Barcelona, recibió su espíritu intrépido y su forma apasionada de ejercer un oficio que siempre les unió”.
Además de graduarse en las primeras promociones de la Escuela Oficial de Periodismo de Barcelona, su inquietud intelectual le llevó también a licenciarse paralelamente en Filosofía Pura en la Universidad de Barcelona. Esta sólida formación cultural se percibirá en toda su obra tanto como articulista como ensayista: “Sus referencias a filósofos son constantes a lo largo de toda su producción escrita, con especial presencia de Camus, Rilke, o Heidegger. Como periodista y filósofo sintió la honesta pasión de la verdad socrática”.
Impulsor del gran reporterismo y pionero del periodismo de investigación, Vidal “formó parte del núcleo fundador del vespertino Tele/eXprés en 1964, el periódico por el que peleó, se dejó el alma y fue parte de sí mismo. Se mantuvo leal a él hasta la última publicación, dieciséis años después”, indica Defior. Además, durante los años setenta y primeros ochenta del pasado siglo, también se dedicó a la radio y a la televisión, donde participó en la puesta en marcha de nuevos programas y formatos.
Fue siempre Darío Vidal, según lo describiera Juan Luis Cebrián, director del periódico ‘El País’ durante años, un periodista singular porque en él habitaba también “un escritor, un creador, un reinventor acertado y puntual de la realidad que le rodea. Y esta resulta la faceta más interesante de su actividad, la que de algún modo quedará en las grandes o pequeñas enciclopedias del periodismo español”.
En el artículo de Eva Defior se ahonda también en su vocación literaria o en su pasión por pilotar, que le permitió alcanzar una nueva e inspiradora dimensión de libertad. También se glosa su regreso a Aragón, en 1984, “herido de añoranza”.Y esa destacada presencia de Darío Vidal “sus convicciones firmes en torno al crecimiento constitucional del autogobierno y el progreso cultural se produce en un marco de la consolidación autonómica y la definición del aragonesismo que no pasa desapercibida en los círculos políticos”. Así, como independiente y a propuesta del fundador del PAR y segundo presidente democrático de nuestra Comunidad Autónoma, Hipólito Gómez de las Roces, se incorporó en 1987 como consejero de Cultura y Educación. Una etapa breve, de apenas año y medio, en la que practicó una gestión de la cultura de acompañamiento, sin dirigismos.
Se refugió en Alcañiz desde principios de los años noventa y ya no se movería de su ciudad natal, convirtiéndola en su ciudad nación e implicándose plenamente en todo tipo de actos e iniciativas. Como nos recuerda Eva Defior: “Siguió recibiendo encargos, impartiendo conferencias y escribiendo textos en revistas y numerosas publicaciones colectivas aragonesas. Sin embargo, sus manos dejaron un importante legado en otras dos áreas cardinales en su biografía: la defensa de la tradición del tambor en Alcañiz y la gastronomía popular, ambas arraigadas desde su infancia y heredadas de su familia. Cual tesoros, trató de darles explicación, investigar en sus orígenes y dejar constancia del sentido antropológico de un legado que fue más allá de lo experiencial. Buena prueba de ello son su permanente apoyo y colaboración al periódico ‘La Comarca’, sus estudios sobre el aceite del Bajo Aragón o su propuesta más popular: escribir y dirigir la representación de la leyenda ‘El Vencimiento del Dragón’, una recreación que cada 23 de abril reúne en la plaza de España de Alcañiz a miles de personas que vibran con un espectáculo ideado por Darío Vidal y que ‘simboliza el valor de un pueblo que históricamente lidió por mantener su libertad no sólo con las armas, sino con la fuerza de la razón y del intelecto’”.
José Verón Gormaz, una vocación lírica inmune a las modas
Mención especial merece también el excelente artículo que protagoniza la sección de Turia denominada ‘Sobre Aragón’. En él, Javier Barreiro ofrece un pormenorizado recorrido por la obra poética de José Verón Gormaz, el gran escritor y magistral fotógrafo de Calatayud. Un texto que quiere ser un homenaje y una invitación permanente a la lectura de quien merecidamente obtuviera, en 2013, el Premio de las Letras Aragonesas.
Subraya Barreiro la constancia y valía de la obra lírica de este ilustre bilbilitano, nacido en 1946 y muerto en 2021. Y lo hace indicándonos que, más allá de su profesión de ingeniero técnico agrícola, y de la belleza y trascendencia de su obra fotográfica, el elemento vertebrador de su trayectoria creativa fue la poesía: “Su generación fue la de los poetas nacidos en torno al año 1945, de la que formaron parte Manuel Estevan, Ignacio Prat, Joaquín Carbonell, Ángel Guinda y José Luis Trisán, por citar unos cuantos relativamente trascendentes por su calidad o popularidad, casi todos ya fallecidos. Como muchos de ellos, también fue hijuelo de los vanguardismos y, como amigo suyo desde mis inicios poéticos, sé de la impresión e influencia que le deparó la lectura de la antología castelletiana ‘Nueve novísimos’ (1970)”.
Bajo el título de ‘La obra poética de José Verón (1980-2020)’, se glosa la nutrida e interesante producción lírica del paisano de Marcial. Según Barreiro, sus poemarios “no surgen de planteamientos previos sino que se van conformando acordes a estados de ánimo, lecturas y elaboraciones aisladas sin demasiada vinculación con lo histórico. Su equilibrio, desconfianza y extrañamiento vital le vuelcan en una realidad deseada, mucho más cercana a las lecturas y a los mundos ideales del arte, lo que puede explicar su matizado culturalismo. Quizá también, la escasa presencia del erotismo en su obra. De cualquier modo, el paisaje, tanto el rural como el urbano, no son únicamente una mirada sino que el poeta participa y se inmiscuye en él de una manera radical y panteísta”.
“Sus últimos libros constituyen un itinerario alrededor del pesimismo, la inanidad y el despego en su propuesta valorativa del silencio. Para intuir, que no alcanzar, la luz es necesario haberse empapado del lodo de la caverna. O un paso más hondo en ella o la intromisión en el destello -o su reflejo- habrá de ser el siguiente y tal vez, al último de sus pasos en ese ouróboros que José Verón Gormaz aprendió en sus lecturas juveniles de Mircea Eliade, místico, historiador y poeta, en las últimas décadas fuera de las modas y que hoy vuelve a reivindicarse. Si la única propuesta, largo tiempo defendible desde los viejos adagios herméticos, es la de que los extremos se tocan, tarde o temprano habrán de integrarse”, añade Barreiro.
“Sea como sea, la sobriedad presente en los últimos libros de Verón le ha permitido escapar del antipoético vicio de la divagación, presente en mucha de la poesía hodierna, que, a veces, no parece prosa poética sino periodismo. Y nuestro hombre, en su dedicación tan apasionada como duradera a su vocación lírica, en general, ha sido bastante inmune a las modas. Toda esta trayectoria se ha visto servida por una personalidad tan discreta como irónica, por una cultura tan proteica como intensa y por una honestidad personal siempre admirada por quienes le acompañaron”, dice el autor del artículo.
24 autores aragoneses escriben en Turia
Los sumarios de TURIA son siempre fruto de la integración, de un mestizaje que nos enriquece a todos y que es buena parte del secreto de la longevidad y buena salud de la revista cultural fundada en Teruel en 1983 y que recientemente ha obtenido el Premio Aragón, máximo reconocimiento institucional que otorga anualmente el ejecutivo aragonés. Según el fallo del jurado se ha valorado los «40 años de ininterrumpido compromiso con la cultura de Aragón mediante un proyecto editorial que aúna crítica literaria y creación del más alto nivel».
Asimismo, el Decreto de concesión destaca que la revista se ha convertido en un «elemento simbólico para la cultura aragonesa contemporánea, en proyecto esencial de las letras en las últimas décadas», además una plataforma de publicación «valorada para autores noveles y consagrados» y un «ejemplo de proyección universal desde lo local».
Cada nuevo sumario de la revista es un claro ejemplo de integración cultural de autores y textos de diversas procedencias geográficas, estéticas e ideológicas. Todo ello sin olvidar nunca el arraigo turolense/aragonés de esta revista. Buena prueba de esa filosofía de trabajo la constituyen los 24 autores aragoneses que publican textos inéditos en las distintas secciones del sumario.
Así, los lectores de Turia podrán disfrutar de la creatividad narrativa de la escritora zaragozana Isabel González, radicada en Madrid e infografista de ‘El Mundo’. En poesía, subrayar las aportaciones originales de Celia Carrasco Gil, Goya Gutiérrez, Antonio Martín Barrachina, Carmen Ruiz Fleta y Dalila Eslava.
No faltan en la sección monográfica, que la revista denomina ‘Cartapacio’ y que se dedica a Arturo Barea, las aportaciones de relevantes estudiosos y autores aragoneses como Fernando Larraz y Juan Marqués. Otra de las secciones habituales es ‘La isla’, que contiene fragmentos del diario de Raúl Carlos Maícas ilustrados por Isidro Ferrer.
Más allá de las aportaciones ya comentadas sobre Darío Vidal y José Verón, hay que subrayar la nutrida presencia de aragoneses en la sección ‘La Torre de Babel’. Es el apartado que Turia dedica a la crítica de libros, y en él se ofrecen cuidadas reseñas de libros de ficción, de no ficción y de poesía, tanto de autores españoles como de otros idiomas traducidos al español. La amplitud y calidad de esta sección han convertido a Turia en una de las revistas que más y mejor practican la crítica literaria entre las publicaciones y suplementos culturales de España.
En esta ocasión, ejercen como críticos, un total de 10 aragoneses: Aurora Cruzado Díaz, José Giménez Corbatón, David Lorenzo Cardiel, Miguel Mena, Julio José Ordovás, Agustín Pérez Leal, Pablo Pérez Rubio, Alejandro Ratia, Juan Villalba Sebastián y Jesús Villel.
Ilustraciones originales de Rubén Vidal
La portada e ilustraciones interiores de esta nueva entrega de Turia son obras originales realizadas por el pintor alcañizano Rubén Vidal, uno de los creadores más contrastados y de mayor proyección que han generado las artes plásticas del Bajo Aragón en las últimas décadas.
Su presencia en este número tiene un significado especial por cuanto se suma al reconocimiento que la revista tributa a una de las grandes personalidades alcañizanas del siglo XX: su padre, el periodista y escritor Darío Vidal. Ambos quedan así nuevamente reunidos en un sumario de Turia. Una colaboración que ya dio sus frutos en ocasiones anteriores.
Así, Darío Vidal participó con un artículo titulado ‘Ir al cine’ en el número 32-33 de la revista, en 1995. Pocos años después, en junio de 1999, Rubén Vidal ilustró en exclusiva el número 49. Ahora vuelve a hacerlo para sumarse a la celebración de los cuarenta años de vida de esta publicación periódica cultural.
Rubén Vidal (nacido en Barcelona en 1970, aunque vinculado a Alcañiz desde pequeño) realizó entre 1988 y 1991 estudios en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Zaragoza, asistiendo a distintos cursos de dibujo en Larrés, becado por la Diputación General de Aragón. En 1991 se trasladó a Sevilla para estudiar pintura y escultura en la Facultad de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría, donde se licenció en 1996.