Epimérides fue un legendario filósofo del siglo VI antes de Cristo que afirmó “todos los cretenses son unos mentirosos” sabiendo que él mismo era cretense. Esta aparente autocontradicción se conoce como la “paradoja de Epimérides” y bien podría llamarse ahora, en pleno siglo XXI, “paradoja del PP”.
En un artículo con título “Hechos, no palabras” que se publicó en distintos medios de comunicación la primera semana de febrero, mis compañeros los diputados del Grupo Popular en la corporación provincial, han creado su propia paradoja, al más puro estilo Epimérides, y para tildarme a mí de “mentiroso” utilizan mentiras fácilmente refutables, tal como voy a hacer en este artículo.
Yo hace tiempo que decidí no aceptar ciertas actitudes y discursos alrededor de la política. No podemos quedarnos quietos cuando se usa el insulto y la descalificación personal, como si debiéramos asumir que es lo normal. Militaré activamente frente a los llamados “trolls” que inundan las redes sociales de discursos antidemocráticos plagados de odio ante la inacción de algunos grupos políticos y medios de comunicación. Denunciaré a quienes, desde su posición política, traspasan las líneas que definen el debate respetuoso para apuntarse al “griterío tumultuoso”.
Los integrantes del Grupo Popular en la Diputación de Teruel, compañeros de corporación, me han llamado por dos veces “mentiroso” en el artículo con el título “Hechos, no palabras”. Y no voy a aceptarlo. Porque, de entrada, es una respuesta furibunda y, a mi juicio, desproporcionada a otro artículo mío sobre el Plan de Barrios que estamos a punto de aprobar, publicado el 22 de enero, en el que yo no insultaba ni descalificaba a persona alguna y en el que en ningún momento falté a la verdad.
Ante la primera acusación de mentiroso por parte de los diputados y diputadas del Grupo Popular en la DPT les invito a leerse el articulado del anteproyecto de ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, obra del gobierno del Partido Popular presidido por Mariano Rajoy. Lo podrán encontrar en la página web de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), en esta dirección: http://femp.femp.es/files/3580-723-fichero/TEXTO%20ALRSAL%20APROBADO%20POR%20EL%20CONSEJO%20DE%20MINISTROS.pdf
Investiguen después sobre las repercusiones que tuvo este articulado, también entre sus propios compañeros de partido. Como para justificar el insulto aluden a la hemeroteca, acompaño a este artículo titulares de distintos medios de comunicación de entonces. “El anteproyecto de la reforma de la Administración Local en España puede ser la “puntilla” definitiva para la desaparición de los ayuntamientos”, dicen en uno de ellos. “El alcalde de la FEMP, del Partido Popular, rechaza el plan del Gobierno de reducir el número de municipios”, dice otro titular.
Lean estos textos, comprueben las reacciones, y no podrán negar que un Gobierno del Partido Popular intentó fusionar municipios y hacerlo, si fuera preciso, de forma obligada, tal como señalaba en mi artículo. ¿Cómo pueden entonces escribir en su artículo mis compañeros del PP en la DPT “MIENTE cuando afirma, muy a la ligera por cierto, que el Partido Popular quería eliminar municipios”? ¿Quién miente?
Sobre la segunda acusación de mentiroso por parte de los diputados y diputadas del Grupo Popular en la DPT en su artículo “Hechos, no palabras”, les invito a leerse las bases de los planes de obras y servicios o planes financieramente sostenibles que se han puesto en marcha en los últimos 10 años y compararlos con el articulado del nuevo Plan de Barrios que pronto se va a aprobar. Y señalo este espacio temporal porque son los propios diputados y diputadas del Partido Popular en la DPT quienes han incorporado a este debate a la presidenta Carmen Pobo, a quien yo no hacía referencia en ningún momento en mi artículo.
No negaré (no lo he hecho nunca) que en tiempos de la presidenta Pobo se introdujo algún elemento corrector para reconocer por primera vez el hecho diferencial de tener barrios. Pero la insuficiente aplicación de la norma del 1% del total del plan de obras para los barrios de la capital turolense (curiosamente solo para estos y no para los más de 100 de toda la provincia) y el residual aumento de la cuantía recibida por los demás municipios con barrios eran medidas que se quedan muy lejos de lo que consigue el Plan que presenta ahora este equipo de gobierno que presido.
Garantizamos un Plan de Barrios exclusivo para los mismos, donde el dinero de más transferido al municipio es nominativo para cada núcleo y existe obligación de invertirlo allí. Antes el destino de ese dinero quedaba sujeto a la discrecionalidad de la decisión del alcalde o alcaldesa de turno. Y cualquier diputado y diputada, alcalde o alcaldesa (me incluyo), saben (sabemos) que no siempre llegaban ni siquiera esas raquíticas cantidades.
Por otro lado, el dinero que recibirán los barrios se multiplica con la nueva fórmula aplicada por el equipo de gobierno de la DPT. Por ejemplo, de los 16.000 euros que recibía el municipio de Castellote por tener 8 barrios, pasan a ser más de 100.000 euros. A cada núcleo llegan 12.000 fijos, más una cantidad variable por población. Y solo estoy refiriéndome a la primera parte del plan, la de 1,6 millones, porque además este año está prevista una segunda parte con 800.000 euros más. La diferencia es más que apreciable. ¿De verdad no la ven los diputados y diputadas del PP?
Por tanto, no miento al decir que los barrios nunca habían recibido la atención que van a recibir ahora, pues nunca habían tenido asegurada la inversión que por fin van a recibir. Y no miento al decir que el Partido Popular quería eliminar municipios y así quedó reflejado en elanteproyecto de ley aprobado por el gobierno de Mariano Rajoy en 2012. Aporto hechos, no palabras.
En cambio mis compañeros de corporación, los diputados y diputadas del PP en la Diputación de Teruel mienten para decir que yo miento y me acusan de insultar en el mismo artículo en el que me insultan. Son hechos, no palabras.
Carlo Collodi escribió en su novela “Pinocho” sobre un niño de madera al que, al mentir, le crecía la nariz. Incapaz de dejar de decir mentiras, llegó un momento en el que su nariz se convirtió en un gran problema que le impedía vivir con normalidad. En ningún caso deseo mal alguno a mis compañeros de corporación, pero estoy convencido de que mentir y crispar debería tener siempre consecuencias. Pinocho se arrepintió y su nariz se normalizó, ¿corregirán su actitud los responsables del PP? Obviamente y desgraciadamente no, es su única “arma”. Ya saben, a río revuelto… ¡Qué pena!