El Aeropuerto de Teruel se ha convertido en un hub industrial aeronáutico internacional que, con su rentabilidad, contribuye a la lucha contra la despoblación en la provincia. Además, aunque ya es el mayor aparcamiento de aviones de Europa, está inmerso en un proceso de ampliación.
Este aeropuerto se encuentra en una localización privilegiada, a dos horas de vuelto de las capitales europeas más importantes y a tan solo dos kilómetros de la capital turolense. Sus instalaciones, a las que se accede desde la autovía Mudéjar, tienen conexión directa con el puerto de Sagunto y Valencia y con la Plataforma Logística Empresarial de Teruel (PLATEA).
Estas características lo han convertido en una de las piedras angulares de la logística aragonesa. Además, el clima de Teruel, seco y soleado, lo convierten en el emplazamiento ideal para el estacionamiento de aviones.
Este nudo de conexiones industrial nació en 2013 en el espacio que ocupaba el polígono de tiro de Caudé, que estuvo en funcionamiento desde 1954 y hasta 1992 y contaba con un campo de aviación. Al dejar de tener uso militar y pasar a ser suelo municipal, las administraciones públicas le buscaron una nueva actividad.
Así, y tras una reforma de cinco años, abrió sus puertas al tráfico aéreo, pero lejos de ser otro aeródromo más de pasajeros, se convirtió en el único de España especializado en el mantenimiento, preservación, estacionamiento y reciclado de aeronaves. Esta iniciativa pública, que opera bajo el nombre comercial de Plataforma Aeroportuaria Teruel (PLATA), se gestiona a través de un Consorcio, formado por el Gobierno de Aragón, al 60%, y por el Ayuntamiento de Teruel, al 40%.
El buen funcionamiento del Aeropuerto de Teruel ha llevado al Consorcio a impulsar una serie de obras de ampliación en las instalaciones, que han sido declaradas Inversión de Interés Autonómico y de Interés General. Con esas actuaciones, este espacio, que ahora cuenta con 350 hectáreas, ocupará 195 más en un plazo de diez años y tras una inversión superior a 45 millones de euros.