El 30 de junio asistimos al homenaje a Ramón Segura, el que era presidente de la Diputación Provincial de Teruel cuando se produjo el golpe de estado franquista, que fue asesinado en 1936, simplemente por representar un partido que formaba parte de la legalidad.
Como afirmaba Serafín Aldecoa en el acto de homenaje, han hecho falta 85 años para que una institución rinda homenaje en la provincia de Teruel a una víctima del golpe de Estado del 36. Frente a esto hace ya tiempo que, por ejemplo, el que fue alcalde de Huesca hasta abril de 1936, Manuel Sender (hermano del escritor Ramón J. Sender), de Izquierda Republicana, y el que era alcalde de Huesca en julio de 1936, Mariano Cardedera (ambos fusilados pocas semanas después del golpe), fueron homenajeados y tienen sendas calles dedicadas en su ciudad: Alcalde Sender y Alcalde Carderera. En Huesca incluso hay una calle dedicada a la Iia República.
En fin, el homenaje a Ramón Segura ha sido un homenaje modesto. Se colocó una placa en el interior de la institución que presidió, recordando también a trabajadores y otros diputados asesinados. Y se hizo un grato acto de homenaje, que entiendo fue emotivo y tranquilizador para sus familiares. Es un pequeño paso que avanza en el cierre de heridas. Y más allá de sus familiares, se trata del reconocimiento a la legalidad democrática que se vio atacada por un golpe de estado.
La República era el sistema político vigente, democráticamente constituido, y contra ella atentaron los fascistas porque habían perdido las elecciones. La guerra fue consecuencia de su golpe de estado que fracasó. Una guerra que los golpistas ganaron gracias al apoyo de la Alemania nazi y la Italia fascista y de la pasividad de otras potencias europeas que no querían molestar a Hitler. Y este es el quid de la cuestión, la diferencia con el resto de Europa: la IIa Guerra Mundial la ganaron los antifascistas, pero la Guerra de España la ganó el fascismo. Ahí está el problema. Quienes ganaron la guerra se aseguraron de subvertir toda lógica: mataban acusando del delito de rebelión a los defensores de la legalidad democrática. El mundo al revés. Cuando acabó la guerra no llegó a España la paz, llegó la victoria, como dice uno de los personajes de “Las bicicletas son para el verano”. Se impuso una dictadura que depuró maestros y profesores, y también otros funcionarios, torturó y asesinó, relegó a la condición de apátridas a españoles que, huyendo de la victoria franquista, acabaron en campos de concentración nazis, y mantuvo todo el poder y capacidad represora hasta que Franco murió.
Efectivamente, hubo muertos en ambos bandos durante la guerra, pero los muertos de la parte que venció fueron homenajeados, recuperados y exaltados. Sobre los muertos de los perdedores se extendió un manto de miedo y silencio.
Además, la dictadura siguió dejando morir en las cárceles y ejecutando a muchísimas personas del bando perdedor durante muchos años. Y muchos que se arrimaron a los vencedores se enriquecieron al apropiarse de los bienes de asesinados. Y la dictadura siguió hasta 1975 torturando y ejecutando penas de muerte.
La transición que vino a continuación no miró atrás. Y aunque no hubo una ley de punto final, la ley de amnistía acabó siendo algo muy parecido. Cuando las investigaciones históricas más serias empezaron a buscar por el territorio víctimas de la guerra y la dictadura, constataron un panorama desolador de muertos y desaparecidos. El miedo y el silencio no habían terminado, y cuando se ha intentado reclamar una memoria histórica que saque todo a la luz y haya justicia y reparación, se ha encontrado con muchas resistencias. Como dice el historiador Julián Casanova, la indagación profunda de la historia, va más allá de las memorias familiares, eso es lo que permite conocer bien lo que sucedió.
El trabajo de las organizaciones memorialistas en España ha permitido poner nombre a muchos casos de víctimas, y dar una idea de la gran cantidad de personas de las que sigue desconociéndose su paradero. Su lucha por el reconocimiento, por la verdad, por la justicia, es encomiable. Ese es el caso de la Asociación Pozos de Caudé en Teruel, que lleva años haciendo un magnífico trabajo de divulgación con las jornadas que organiza cada año. A ellos también hay que agradecer su esfuerzo y el papel imprescindible que juegan.
Este reconocimiento a Ramón Segura en Diputación Provincial de Teruel partió de una propuesta de nuestro grupo de IU/Ganar en DPT, ya en 2018, y entonces no conseguimos el apoyo de la corporación. En 2019 sí lo conseguimos, con los votos a favor de IU/Ganar, PSOE y Ciudadanos, y la abstención del PAR. El PP votó en contra. Agradezco al presidente de la Diputación Provincial la agilidad en cumplir el acuerdo plenario, dentro de las complicaciones pandémicas.
Lo cierto es que desde el grupo Ganar Teruel también en 2018 presentamos en el Ayuntamiento de Teruel una propuesta para homenajear a los tres alcaldes de la República: (José Borrajo Esquiu, Pedro Fabré y Ángel Sánchez Batea; por aclarar alguna duda: no los 3 eran de izquierdas), que fue aprobada por el pleno, también con el único voto en contra del PP. Sin embargo, casi tres años más tarde, el equipo de gobierno del Ayuntamiento lamentablemente sigue negándose a cumplir su obligación de ejecutar un acuerdo plenario que no requiere esfuerzo presupuestario alguno. Está clara cuál es la voluntad política del PP. No quieren ni democracia ni ley.