La revista cultural Turia publica en su nuevo número, que se distribuye este mes de julio en España y otros países, un sumario con interesantes textos inéditos protagonizados por conocidos escritores. Entre ellos, la revista editada por el Instituto de Estudios Turolenses de la Diputación de Teruel publica un sugerente artículo de Javier Sierra sobre Cristóbal Serra, uno de los autores más originales de las letras españolas. Bajo el título de “Cristóbal Serra, profeta de la ocultura” se analiza la obra de un autor de prestigio pero poco leído y que, según el ganador del Premio Planeta 2017, hay que situar como una de las estrellas de difícil clasificación que brillan dentro de la inconmensurable galaxia de la literatura española, “a las que solo un término de cuño reciente –‘ocultura’- ayuda a entender mejor”.
Turia también otorga un gran protagonismo en su sumario a los temas y autores vinculados a Aragón. Entre esos contenidos destaca el homenaje que se rinde a la editorial aragonesa Olifante, que cumplió recientemente 40 años de trayectoria dedicada a la poesía. Un proyecto que ha liderado siempre Trinidad Ruiz Marcellán y que, como subraya el profesor Alfredo Saldaña en su artículo, “se ha ganado a pulso —sin reblar, con una enorme tenacidad— un puesto de primerísimo nivel en el panorama de las editoriales independientes de este país, primero desde Zaragoza, y luego y todavía hoy desde Litago, en las faldas del Moncayo”.
La revista publica, además, un anticipo del nuevo libro de Juan Villalba sobre Teruel. En él, y bajo el título de “Teruel, otra dimensión”, su autor traza una aproximación personal a la realidad geográfica, al paisaje y al paisanaje de la provincia turolense. Una suerte de guía de viaje que busca y consigue la complicidad del lector y que le permite recorrer lugares y conocer mejor las características del territorio más meridional de Aragón.
Estos tres trabajos forman parte del total de 48 autores aragoneses o radicados en el territorio que participan en cada una de las diez secciones de la revista con sus relatos, fragmentos novelas, poemas, artículos o críticas de libros. Y, además, la artista plástica zaragozana Lina Vila es la encargada en esta ocasión de enriquecer gráficamente Turia.
Profeta de la “ocultura”
Javier Sierra escribe en Turia una atractiva reseña de “El aire de los libros”, última obra editada del tan fascinante como raro autor mallorquín Cristóbal Serra (1922-2012). Recientemente publicado por la Fundación Banco Santander, el citado volumen recoge el único libro que Serra dejó inédito y contiene una recopilación de ensayos breves sobre obras y autores que le marcaron especialmente Se trata de una auténtica joya del conocimiento y el humanismo.
En su artículo, Javier Sierra sitúa a Cristóbal Serra junto a figuras como Valle-Inclán, Álvaro Cunqueiro o Torrente Ballester, y subraya que “aunque ninguno de ellos escondió nunca su gusto por los temas esotéricos, han pasado a la historia bajo epígrafes más sociales”.
Según escribe Javier Sierra en Turia, “Cristóbal Serra, “maestro de los raros”, “eremita de las letras mallorquinas”, fue un autor de prestigio indudable que dedicó su vida –longeva, 90 años— a experimentar con tendencias tan dispares como el dadaísmo, el surrealismo, la tradición bíblica o la metafísica. Tan heterogénea dedicación se asentaba sobre un canon de lecturas muy variopinto, que hasta ahora ignorábamos. El aire de los libros nos lo muestra por primera vez, retratando a un escritor profundamente preocupado por el “hecho religioso”, aunque con un matiz peculiar: es un hombre sin dogma. Un poeta que se propuso redactar una vida de Jesús a partir de las visiones de Anna Catalina Emmerich, al tiempo que se fascinaba por Lao-Tsé (al que tradujo) o se dedicaba a descifrar al inescrutable William Blake”.
Si Octavio Paz ya describió a Cristóbal Serra como un sabio ermitaño, ahora Javier Sierra asegura que “El aire de los libros” permite adentrarnos en su mente lectora: “Nos descubre que devoró con igual pasión los escritos esotéricos de Hermes Trismegisto -los mismos que fascinaron a Cosme el Viejo y a su protegido Marsilio Ficino-, que La verdadera historia de los Cátaros (1988) de Anne Brenon. En su lista no se hace raro tampoco encontrar a Raimundo Lulio, el mismo que inspirara una de las obras de Serra más “oculturales”, el Ars Quimérica (1996). Y tampoco a H. G. Wells -sus escritos periodísticos sobre Historia- o a Jonathan Swift.
Los comentarios que Serra regala a estos y otros volúmenes nos muestran un intelectual que desconfiaba de la razón como única vía de acceso al conocimiento. Él abogaba por la imaginación y los presentimientos. Y en ese orden no se le hace extraño reconocer que su escritura se impregna también de revelaciones mediúmnicas”. Concluye Javier Sierra esta invitación a la lectura de Cristóbal Serra diciéndonos que sus obras son “un ejemplo de ocultura –cultura de lo oculto-, levantada sobre su pasión por las obras de corte filosófico, espiritual, bíblico y apócrifo”.