Confieso que he escrito varias veces este artículo. Al principio solo se me ocurrían ideas como “Quédate en Casa”, “Este Virus lo Paramos Unidos”, etc. Sin embargo, conforme pasan los días hay más cosas que decir. Cosas que decir para construir, no para destruir.
Quiero empezar dando las gracias a todas las personas que, removiendo todas las dificultades del mundo, trabajan y se arriesgan para cuidarnos a todos. Esta pandemia nos ha igualado. De pronto nos hemos dado cuenta de que todos y todas somos importantes, de que tanta responsabilidad tiene la ministra como el celador, el general como la sargento, la médico como el limpiador, el empresario como la asalariada. Todos somos necesarios. Todas las personas remamos en la misma dirección.
Nada es tan doloroso como ver la pérdida de vidas humanas, de personas ancianas y vulnerables. Nuestros mayores construyeron nuestro bienestar, trajeron la democracia, pusieron a España entre los países avanzados. Nadie puede ser indiferente a este dolor. Vayan mis condolencias a quienes han perdido seres queridos y ni siquiera han podido acompañarlos. Los besos y abrazos, lo que más necesitamos ahora, no pueden tenerse como consuelo en este momento tan terrible.
Creo que la mayoría de la población lo que quiere es salir de esto cuanto antes y con el menor daño posible. Por eso, una amplísima mayoría ha entendido que las medidas de aislamiento social salvan vidas, evitan que se colapse nuestro sistema sanitario. Por cierto, un sistema sanitario que ha sufrido demasiados recortes, especialmente en aquellas comunidades en las que se dedicaron a desmantelar la sanidad pública en favor de la privada, a mayor gloria de su capitalismo de amiguetes. Madrid es el ejemplo más claro, aunque tampoco el único.
Esa es la prioridad, salvar vidas, evitar la extensión de la pandemia. Está habiendo muchos problemas (falta de EPIs para el personal que trabaja en hospitales, residencias y para fuerzas y cuerpos de seguridad, falta de respiradores, un mercado internacional de “sálvese quien pueda”, una UE que vuelve a marcar las diferencias Norte-Sur, y muchas cosas más)
Los virus que extienden las enfermedades van acompañados de otros “virus”: el miedo, la desinformación, la discriminación… En las grandes epidemias de peste de la Edad Media y Edad Moderna, la estigmatización se dirigía a brujas, herejes y judíos. En la mal llamada “Gripe Española” que se extendió entre 1918 y 1919, en plena Guerra Mundial, los países contendientes culpaban al enemigo de la epidemia. Por cierto, esta gripe se originó en una granja de Kansas y los soldados estadounidenses de la Ia Guerra Mundial la trajeron a Europa pero se llamó “gripe española” porque como España permaneció neutral, era el único país que informaba en la prensa sobre la epidemia. Mucho más reciente fue el caso del SIDA, que provocó el rechazo a los homosexuales. Es decir, siempre el miedo se focaliza en buscar culpables. Vivimos en una sociedad “infoxicada”, en un caldo de cultivo perfecto para quienes quieren pescar a río revuelto, y quienes carecen de escrúpulos.
Basta con dar un pequeño repaso a las redes y los medios de comunicación para encontrar cosas que llevan al enfado y al desánimo. Es inmensa la masa de mentiras y bulos extendidos por quienes priorizan atacar al Gobierno de España. Instrumentalizar esta situación para desgastar al gobierno y beneficiarse políticamente es una vileza que no tiene límites.
No se queda atrás la notable cantidad de “expertos” en gestión de crisis y en salud pública que abundan por doquier, es alucinante. También la de los “premonitores a posteriori”: “si el día X se hubiera hecho esto…”, “yo ya dije que…”. Antonio Machado decía: “Si cada español hablase de lo que entiende, y de nada más, habría un gran silencio que podríamos aprovechar para el estudio“.
Más peligrosos aun son los bulos relativos a soluciones mágicas para el coronavirus. Los bulos matan, son peligrosos porque quitan espacio a la información de verdad, la de los científicos, y la desinformación que generan puede debilitar las medidas que se tomen para frenar la expansión de la epidemia.
La única vacuna contra la expansión de mentiras y bulos en las redes es detenerse, pensar. Y sobre todo, no divulgar lo que no se contraste. Si hay cualquier duda, hay que dirigirse a fuentes oficiales: policía, guardia civil, las distintas administraciones públicas, la OMS, etc. En este mundo virtual, no hay agencia oficial que no tenga una web actualizada o servicios de respuesta a preguntas frecuentes, por ejemplo.
Intentemos llevar el aislamiento de la mejor forma posible, intentemos mejorar la situación de la gente que pierde a sus seres queridos, su trabajo, sus ingresos, etc. Pero saquemos de nuestras vidas el odio, el ruido y las mentiras. Eso daña a la sociedad y nos degrada a nosotros mismos.
Este Gobierno en muy pocos días ha sacado adelante una producción normativa sin precedentes para intentar ayudar a las personas que más sufren el golpe económico. El objetivo es que nadie se quede atrás, da igual que sean asalariados, autónomos, pensionistas… Después de la recuperación de la democracia en España, ningún gobierno había tenido una actitud tan solidaria. Y para los medios de la caverna mediática que dicen que lo que hace este gobierno es “ideología” les diré que Alemania se está planteando nacionalizar empresas si la epidemia se descontrola. Y eso que Angela Merkel no es sospechosa de izquierdismo bolivariano.
Con todo el espíritu crítico que se quiera, en estos momentos quien realmente piense en sus conciudadanos debe ponerse a disposición de quien tiene la enorme responsabilidad de tomar decisiones en un momento tan duro, a quien tiene que aplicar unas medidas inéditas. Porque esta situación es inédita en el mundo. ¡Qué envidia siento cuando veo la dignidad que la oposición en Portugal está mostrando en esta situación tan extrema! Esperemos que esta pandemia nos dé la lección de que solo con la solidaridad se puede salir de esto. Hasta Luis de Guindos (en estos momentos vicepresidente del Banco Central Europeo) ha defendido que se ponga en marcha una renta mínima de emergencia.
Aprendamos todas las personas que el mejor escudo para proteger la salud de la población es dotar a la Sanidad Pública y a la Investigación de los recursos públicos que garanticen su mantenimiento y desarrollo. Con la Salud no se juega. La Sanidad no se Vende, se Defiende. Siendo el 7 abril el día mundial de la salud y estando en medio de una situación de pandemia desconocida antes, es fundamental recordar la necesidad de disponer de una Sanidad Pública y Universal.
Me siento orgullosa de tantas y tantos conciudadanos que trabajan por hacer la vida mejor a todo el mundo en este tiempo y a arriman el hombro para que colectivamente podamos superar esto en las mejores condiciones posibles.
Respecto a quien quiere aprovecharse de una situación terrible, sinceramente creo que el tiempo pondrá a cada uno en su sitio.
Quédate en casa #EsteVirusLoParamosUnidos