XXVI ANIVERSARIO MIGUEL ÁNGEL BLANCO

En la entrada del Museo del 11-S, en Nueva York, se puede leer una frase de la Eneida de Virgilio: “Ningún día os borrará de la Memoria del tiempo”Esta frase aparece rodeada de 2.983 cartulinas azules, una por cada víctima mortal de los ataques terroristas que sufrió EE. UU. aquel día. Un mar de recuerdos imborrables que cambió la historia, la percepción que el mundo tenía sobre el terrorismo.

Nuestro país tiene un largo historial de sufrimiento terrorista: 1.451 víctimas mortales, cerca de 5.000 heridos, 167 secuestros terroristas, decenas de miles de extorsionados, exiliados y una dimensión de la amenaza que ha condicionado nuestra historia reciente durante cinco décadas. 

La organización terrorista ETA ha sido el principal causante de este mal absoluto, injustificable y totalitario, desde la primera víctima hasta la última. Todas las víctimas del terrorismo son héroes de la democracia porque su asesinato fue injusto. Lo que une a las víctimas no es su propia historia personal o lo que opinaban. Lo que une a todas las víctimas del terrorismo es la voluntad fanática de sus asesinos de perturbar la convivencia para obtener el poder a través de la intimidación y el asesinato.

Todas las víctimas del terrorismo son inocentes, y es un deber moral y político rendirles homenaje, reconocer su valía y defender su significación social. La democracia española se ha asentado paralelamente a la ofensiva terrorista, en especial la de ETA, y las víctimas han tenido un comportamiento ejemplar, han parado la espiral de la violencia y del odio y han contribuido destacadamente a cimentar el Estado de derecho que disfrutamos. Olvidar o manipular esta historia, minusvalorar, relativizar o blanquear el terrorismo es pervertir la esencia de la democracia constitucional que nos ampara y representa como ciudadanos. Es humillar y revictimizar a las propias víctimas y adulterar el marco de convivencia que hemos construido.

Miguel Ángel Blanco, un hombre joven, una persona de bien, un ciudadano comprometido fue torturado durante 48 horas y asesinado por ETA, a pesar de los millones de españoles que exigimos su liberación sin condiciones. Miguel Ángel Blanco se ha convertido en un símbolo de Libertad y Concordia frente a la barbarie. En estos días nos reunimos en calles y plazas de toda España pare defender la Memoria de Miguel Ángel frente al olvido interesado, frente al desistimiento, frente a la distorsión de su historia como estrategia para la consecución de objetivos ilegítimos.

Es una anomalía democrática que partidos que legitiman a ETA en sus fines y medios, que no la condenan, que llevan terroristas con delitos de sangre en sus listas electorales, que no han realizado la más mínima autocrítica, hayan sido decisivos en la gobernabilidad de España. Es inmoral el poder político que se les ha regalo a aquellos que todavía hoy no reprueban el crimen de Miguel Ángel Blanco y de todas las víctimas del terrorismo. 

Esto ha ocurrido porque la línea divisoria que se trazó con Miguel Ángel Blanco entre demócratas y ETA se ha difuminado, porque no se ha exigido a su entorno político una regeneración moral por su responsabilidad de complicidad terrorista, porque se ha cedido a sus pretensiones de escribir la historia del terrorismo, porque se ha trasladado a los asesinos de Miguel Ángel Blanco al País Vasco sin la exigencia de arrepentimiento. Este es el balance de una legislatura que será recordada como infame para la dignidad de la Memoria de Miguel Ángel Blanco.

En este aniversario exigimos al próximo gobierno de nuestro país que la dignidad de las víctimas del terrorismo sea una prioridad, que se legisle para evitar más humillaciones, que no se pacte con los que no condenan el asesinato de Miguel Ángel Blanco ni ningún otro.

Defender la Memoria de Miguel Ángel Blanco contra el olvido es defender el Estado de derecho, propugnar la centralidad de las víctimas del terrorismo, reconocer nuestra pluralidad, cuidar nuestros acuerdos de convivencia libre y democrática en donde no deben tener cabida las ideologías legitimadoras de la violencia terrorista, por respeto a nosotros mismos y al orden constitucional.

Como ha escrito para la Fundación Miguel Ángel Blanco Fernando Savater: El terrorismo es un oficio práctico que uno puede dejar de practicar cuando las circunstancias lo aconsejen o logre los objetivos que antes persiguió con la violencia por medios menos arriesgados. Pero haber matado a un semejante no es una tarea circunstancial que un día se ejerce y a la semana siguiente se abandona como cambiarse de traje: ser asesino te marca para siempre, te convierte en un ser humano distinto. El terrorismo puede dejarse atrás, incluso pretender olvidarse: pero el crimen siempre te acompaña, está a tu lado como el primer día. Y el crimen de la Mafia (o de ETA, que es lo que más se parece a la Mafia) no es nunca un gesto individual sino la culminación de un proyecto colectivo: asesino el ejecutor, pero también quien ordenó el crimen, quien informó de las costumbres de la víctima, quien ayudó a cometer la fechoría o encubrió al ejecutor. No apelo exclusivamente a las víctimas individuales sino a los españoles, porque la gran víctima de los asesinos de ETA fue y sigue siendo la España democrática. Y los asesinos, fuera cual fuese la fecha de su fechoría, no tienen derecho a querer ahora rentabilizar democráticamente el botín de su crimen”.

PORQUE NI PODEMOS NI QUEREMOS OLVIDARMiguel Ángel Blanco es nuestro referente y es nuestro deber transmitir a los jóvenes su historia, que es parte fundamental de la historia de la España democrática.