Eugenio Ferrán fue, en el año 1988, uno de los principales promotores de la creación de la Asociación de comerciantes, industriales y profesionales del sector servicios del Centro Histórico de Teruel y por ello esta Asociación, sus comercios, sus hosteleros y sus servicios profesionales; pasados, presentes y futuros, sólo podremos tener siempre palabras de agradecimiento hacia su persona.
Pero no solo fue el secretario en los inicios, sino que además ocupó la presidencia de la Asociación durante la segunda mitad de los años 90 y quien escribe este artículo, os puede asegurar que nunca ha dejado de estar presente. Siempre ha sido una persona comprometida, preocupada por el devenir del sector y del Centro Histórico y continuamente llamaba o venía a nuestra sede a comentar sus impresiones en cada uno de los proyectos en los que se trabaja o nos ayudaba con su perspectiva en asuntos de interés general.
Cuando comencé a trabajar como gerente en la Asociación, allá por el 2004, Eugenio me hablaba de cosas que en ese momento no sabía entender: “el comercio tiene que ser como un teatro”,me decía. “Tenemos que hacer que los clientes sean protagonistas y tengan experiencias únicas, que sientan emociones, que nos vean como algo más que la mera transmisión de un producto a cambio de un dinero. Porque eso es lo que realmente es el comercio de Teruel”. Al poco tiempo me di cuenta que cuando hablaba con él, estaba un paso o dos por delante de otras muchas personas del sector que comenzaba a conocer.
Eugenio ha sido siempre un “gentleman”, muy querido por su amabilidad y por su exquisito trato personal, aunque no voy a decir que el inicio de nuestra relación fuera idílico, porque, conmigo, Eugenio no era una persona que escondiera nada. En muchas ocasiones te lo decía con su ironía que a veces costaba entender, pero si sentía que no le entendías, te decía abiertamente lo que pensaba. Creo que esto solo lo hacía con la gente que había alcanzado confianza y me congratulo de que lo hiciera conmigo, porque todo esto ayudó a forjar una amistad más allá a nuestra relación por el comercio o el Centro Histórico.
También tuve la suerte de ser compañero suyo en el Observatorio Aragonés de Comercio. Un Órgano asesor no vinculante con cargos no remunerados. Esta era una muestra más de su dedicación desinteresada al comercio, dedicando su tiempo y su dinero a viajar a Zaragoza para defender el comercio de Aragón. “Pangua, tú me llevas y yo te invito a comer. Porque no sé si nos eligen por lo que sabemos o porque no hay otro par de tontos que hagan esto sin cobrar”. Recuerdo esos viajes a Zaragoza como una oportunidad única de aprendizaje. Eugenio era una fuente de sabiduría inagotable. Alguien que sabe por conocimiento, que posee una habilidad innata y atesora una dilatada experiencia, curtida en mil y una batallas. Un conocimiento transmitido de generación en generación en su familia y con la capacidad de saber desfocalizar, coger perspectiva y orientar su negocio hacia los cambios y amenazas que continuamente sufre este sector.
Ya he hablado de la huella de Eugenio en el comercio de Teruel, pero siempre me ha maravillado la visión de unión y de grupo que tenía. Pese a pertenecer al mayor comercio de la provincia de Teruel y pudiendo en ocasiones estar tentado de hacer la guerra por su cuenta, siempre entendía la defensa conjunta del Centro Histórico como el lugar de referencia de compras para la provincia de Teruel.
En su memoria puedo asegurar que ha sido una persona que ha trabajado incansablemente, desde la primera fila y en la retaguardia, en la calle y en los despachos, por el comercio, por el Centro Histórico y por Teruel, ganándose por derecho propio nuestra admiración y para los que hemos tenido la suerte de conocerle mejor, ocupando eternamente un hueco en nuestros corazones.